Monumentos

Santo Domingo

La historia de Santo Domingo de Guzmán es un testimonio vivo de la riqueza cultural y espiritual que ha dejado una huella indeleble en la ciudad de Antigua Guatemala. Desde sus primeros días hasta la actualidad, este monumento religioso ha sido un testigo de la evolución y los desafíos que la región ha experimentado a lo largo de los siglos.

En 1559, los primeros religiosos dominicos llegaron a la Antigua Guatemala, y se les otorgaron terrenos en las cercanías de San Miguel Escobar, en el Valle de Almolonga. Sin embargo, en 1542 se les asignaron terrenos en Santiago de Guatemala, donde comenzó la construcción de lo que se convertiría en uno de los conjuntos monumentales más importantes de la ciudad y uno de los más suntuosos en la Capitanía General de Guatemala.

Aunque la edificación tuvo un carácter temporal en el siglo XVI, a lo largo del siglo XVII se erigió la iglesia. La estructura incluía dos torres dobles imponentes que albergaban diez campanas y el primer reloj público traído a Guatemala en 1553. La generosa riqueza artística del arte colonial del siglo XVII destacó sobre otros claustros de la Capitanía. La iglesia también contaba con hermosos jardines, tumbas y sepulturas para los frailes. La fastuosa fuente del claustro mayor, construida por el dominico Félix de Mata en 1618, era el punto central de iluminación para los 80 frailes que habitaban el claustro en el siglo XVIII.

El devastador sismo de 1773 causó daños significativos a esta impresionante construcción, y los dominicos se trasladaron con sus posesiones y obras de arte a la nueva capital después del cambio de sede. A lo largo del siglo XIX y principios del XX, el conjunto monumental, especialmente la iglesia, sufrió un deterioro mayor debido al abandono. Los vecinos de la ciudad utilizaron las ruinas para extraer piedra y otros materiales de construcción para rehacer sus casas y otros edificios.

A partir de la década de 1970, se emprendió un esfuerzo masivo para rescatar y restaurar los vestigios arquitectónicos. El arqueólogo Dr. Edwin Shook y su esposa Virginia lideraron la restauración de una parte de las moradas y el área de servicio, incluyendo una cocina tradicional y una biblioteca. También realizaron excavaciones científicas profundas que revelaron rastros mayas de hace 3,000 años. El Dr. Shook reemplazó techos y pisos, y añadió elementos arquitectónicos para preservar la historia y extender la funcionalidad.

La introducción de elementos de cristal entre las habitaciones, la restauración de los jardines y la recuperación de la Cripta de El Calvario en 1996 fueron hitos significativos en la historia de Santo Domingo de Guzmán. En 1989, el conjunto monumental, junto con propiedades adyacentes, fue adquirido por la firma privada Protunac, S.A., que transformó el lugar en “Casa Santo Domingo”. Se estableció un hotel y centro cultural, continuando la meticulosa labor de preservación y restauración.

Hoy en día, este centro cultural es un tesoro de la Antigua Guatemala. Ofrece múltiples espacios dentro de las ruinas, como la Casa de la Cera, donde se puede observar la elaboración de velas, y un museo de arte precolombino que exhibe piezas del periodo clásico maya. Las criptas, los jardines y el entorno colonial hacen de Santo Domingo de Guzmán un lugar único, que rinde homenaje a su historia, cultura y espiritualidad a través de los siglos.

Santo Domingo