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El Calvario

El Calvario es un lugar emblemático en la Antigua Guatemala, un espacio cargado de historia y espiritualidad que ha sido testigo de la devoción de generaciones y del paso del tiempo. A través de las estaciones de vía crucis y la calle de los pasos, este sendero conduce a la iglesia del Calvario, recorriendo un camino que simboliza los 1,392 pasos que Jesús caminó hacia el Calvario, donde finalmente fue crucificado. Este recorrido está marcado por las Estaciones del Vía Crucis, que anteriormente eran representadas por cruces de madera y que posteriormente se transformaron en pequeñas capillas y altares de color amarillo en 1691. A pesar de los desafíos que enfrentó debido a sismos y el paso del tiempo, la esencia de este lugar se ha mantenido a lo largo de los años.

El árbol de esquisuchil, plantado por el hermano Pedro (1626-1667), sigue siendo una presencia significativa en el jardín del Calvario. Situado al final de la calle Alameda del Calvario, rodeado de pequeñas ermitas a lo largo del camino, el árbol representa una conexión con el pasado y un símbolo de continuidad en medio de los cambios.

La historia del Calvario tiene sus raíces en 1618, cuando se erigió una cruz de madera en el lugar, marcando el inicio de la construcción. Esta cruz fue posteriormente reemplazada por una cruz de piedra en 1688, que se encuentra frente a la fachada actual de la iglesia. Entre 1652 y 1655 se edificó el primer templo y la entrada al sitio. Sin embargo, la edificación sufrió daños en 1717, lo que condujo a una serie de transformaciones y reparaciones a lo largo de los años.

Posiblemente alrededor de 1720, se realizó un cambio en el templo, lo que resultó en la fachada actual que aún sirve como entrada a la iglesia. Esta fachada barroca presenta pilastras almohadilladas y ha sido reparada en diversas ocasiones después de los sismos que afectaron la región. Dentro de la iglesia, se pueden apreciar seis óleos pintados por Thomas de Merlo, obras que forman parte de la colección del Museo de Arte Colonial. Algunas de estas obras han sido restauradas en 1999, preservando así el legado artístico y religioso que atesora el Calvario.

Las estaciones de vía crucis y la calle de los pasos conforman un recorrido conmovedor que culmina en la iglesia del Calvario. Cada paso a lo largo de este sendero evoca la pasión y el sacrificio de Jesús, mientras que las pequeñas capillas y altares amarillos añaden una dimensión de devoción y espiritualidad. El árbol de esquisuchil, el testimonio arquitectónico y las obras de arte en el interior de la iglesia contribuyen a la riqueza cultural y religiosa de este lugar.

El Calvario es más que un espacio físico; es un reflejo de la fe y la historia de la Antigua Guatemala. A medida que los visitantes recorren este camino, también siguen el viaje espiritual que ha sido parte integral de la vida de la ciudad durante siglos.

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